5 nov 2014

Chavito, el niño del río

Le decían chavito, era de los niños que vivían cerca del río. Todo él solo era alegría, cuando llegaba a clases lo acompañaba una amplia sonrisa, y corría a pasos pequeños por todo el salón, entusiasmado, comprometido con todo.  Su realidad condenaría a la depresión a cualquier citadino que  había conocido, la familia de chavito vivía destruida, sin padre, con 4 chavitos más, pobres, en una casucha de esteras a pies del río, dormían en colchones sucios, se bañaban en el río.  El río mismo se llevó el cuerpecito de chavito frío. Un día chavito no llegó a clases, meningitis. Meningitis, repetían casi en susurros el resto de niños, como si fuera un demonio silencioso que puede ser invocado con nombrarlo. El día que chavito no llegó a clases, los niños me miraban con los ojos muy abiertos, ellos sabían lo que sucedía, conocían que a mí, su realidad se me era muy distante. Me miraban aterrados, porque entendían que ellos también eran igual de frágiles. Que al igual que chavito, llegar al salón, realizar el taller, era una distracción de una realidad desoladora que los rodeaba, llegaban cómo chavito con una enorme sonrisa porque ahí, , no había papiro malo, ni había frío, ni había hambre, les podía asegurar que los cuidaría en esta pequeña fortaleza acortanada. Pero chavito no había asistido a clases en toda la semana y no volvería aparecer nunca. Un muro se hubiera caído de pronto, había un fantasma entre todos, mi salón ya no era tan seguro, éramos conscientes que nuestra fortaleza había caído.

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