Recuerdo el
olor a humedad del cuarto, mis ojos vendados, me ataron. Los cazadores me
habían encontrado.
¿Qué mierda
está pasando!? – grité .
Me quitaron
la venda y una luz muy potente penetraba
en mí. Mis ojos al acostumbrarse a ese terrible destello blanco, vieron como en
realidad este era un gran panel encima de la pared, o quizás este panel era la
pared, todo era confuso, un sitio completamente sucio y gris, y a mi frente ese
rectángulo brillante que de alguna manera me cautivaba con mirarlo. Atada a una silla sólo tenía a mi alcance un
botón. Presioné lo único que ingenuamente pensé que quizás sería mi salvación, inmediatamente
el panel blanco adquirió vida. Cuadros rápidos, uno tras otro, y un gran logo,
un ojo metálico como una tuerca.
Las imágenes
que mostraban eran de mí misma siendo cazada, me perseguían con máscaras, yo
corría sin saber bien que pasaba, era mi barrio, lo conocía bien y sin embargo
algo muy raro se percibía en él de hace días. Corría entre mis vecinos y ellos me observaban, sacaban sus aparatitos
del pantalón y me miraban desde ellos. No se inmutaban, y el ojo metálico ese
en el aparatito, el mismo ojo del logo, me observaba por todos los ángulos. Cuadro tras cuadro angustiante. Pararon y
apareció mi imagen en la pantalla.
-Déjenme,
no pienso jugar, sólo suéltenme. Apaguen la luz por favor.
- Con
ustedes, un participante excepcionalmente extraño, un miembro de la
resistencia. La llamaremos Nadia.
- No,
jugaré. No seré parte de su circo, me tienen enferma. Los tienen enfermos, es
ese ojo, esa señal. Los embrutece a todos, no hacen más que ver su vida tras de
él. El mundo gira, es hermoso. Todavía
hay esperanza. El cometa caerá y con él, este absurdo juego.- escuché risas en
el fondo o afuera, detrás de este cubo en el que estaba, había una tribuna.
-Nadia, no
es nada personal. A parte hay mucha
gente que quiere jugarlo, primero vas a engrosar la hilera, es una fila enorme
de personas que quieren ser parte de esto.
-Pues yo no
quiero.
-Por eso
Nadia, es un encanto que seas de la Resistencia.
Recuerdo el
día que el gran ojo comenzó a tomar parte de los actos de los hombres. Al
principio era sólo un programa de juegos, bobadas, eran estupideces,
participantes en un show que jugaban para ganar, no sé qué cosa, lo hacían por
la fama, el rating y mantenía a la mayoría popular entretenida. Pero un día el
programa se iba alargando, los juegos se hacían cada vez más macabros, y el
morbo de la gente ya no se saciaba fácilmente. Recuerdo el primer¨ accidentado
¨, su muerte estaba en todos lados, el video se reproducía en cada aparatito
del mundo, en ese momento, algo cambió. Apareció en la señal ese gran ojo, y
las personas no hacían más que quedarse parados y verlo como si fueran polillas
frente a un foco, el programa lo transmitían todo el día, existía ahora solo un canal.
Televisión,
era sinónimo del gran ojo que todo lo ve, en el que todos éramos parte del
juego ese de cazar gente. Hacerlas participar en ya no un programa de juegos,
con el tiempo, el mismo programa perdió lógica alguna. Era una especie de rito,
en el que las reglas del juego eran muy básicas: correr y empujar hasta que tu
cuerpo no pudiera más. En círculos las
personas corrían como si una fuerza sobrenatural los obligara a hacerlo, una a
uno caían. La primera vez que vi el condenado espectáculo, se quedó tatuado en
mi memoria el rostro de los que empujaban y corrían, sin la mirada fija, como
si algo les hubiera chupado el alma, al compás de una danza macabra seguían
hasta que sus músculos se entumecían, caían y luego intentaban
arrastrarse, y con la mano engarrotada
eran pisados y morían mordiendo el suelo. Pero en algún momento podías percibir
un destello en su agonía, poco antes de
morir, los participantes abrían mucho sus ojos observaban la cámara pidiendo
ser contemplados. En ese momento parecían humanos. -¿Ganar? No he sabido jamás de alguien que
ganara el juego.
El cubo que
me mantenía cautiva cayó. Y alrededor mío las criaturas de mirada vacía se
tambaleaban.
-
Resiste,
cometa, resiste. Piensa, ríe, vuela. Que tu mente sea la única llave para tu
libertad. Vuela aunque no tengas alas, no te hacen falta. Grita, hay más personas como tú y yo que aún
se detienen a pasar sus dedos por los surcos de los árboles, personas que aún
sienten.