26 sept 2014

Siento

Fardas de minucias, de deseos que la mayoría superpone uno a otro de manera áspera y ambiciosa. Me encuentro en la búsqueda de mi esencia básica, clamo por una respuesta lúdica a mis temores patológicos y enfermizos. Te hallo en la calma después de un rayo, callo ante tu presencia pragmática y ortodoxa (en la doctrina de amarnos). Quiero gozar de placeres abstractos y sentimientos absurdos, sufrir mis logros y lo que conllevan hasta sumergirme en la trágica catarsis que se contrapone a las persianas. Silencio absoluto.  Una visión compartida nos mantiene vivos en el sinuoso camino al luto de mis anteriores musas, te fundes en una secuencia de cuadros maravillosos. Tomas cada engorroso aguijón que se ha clavado en mi piel, la hiel que nos riñe antes que el veneno. No estas. Ya te has ido o tal vez te vas. Busco en el seno de mis deseos, pero no puedo encontrarte pues llegaste más profundo. Socavaste al exceso en la herida ya curada, ya que destapas al oriundo neandertal que reside en la carne. Miro hacia la ventana que, lúgubre, arroja falsas esperanzas a mi infortunio. No he perdido la sonrisa, la encontré en aquella espera ingrata. Malhechor derruido que maltrata sin remordimiento el simple hecho que amo charlar con vos.

24 sept 2014

Elogio a los Eternos




Primer eterno: Lázaro.

Hombre con ideales, de los que quedan pocos. Mateo es, o fue, un hombre único pero desdichado, víctima de una sociedad que, al parecer, se ha dedicado a lo largo de los años a hacer mierda a personas como él.
Héroe por excelencia. Se unió al cuerpo de bomberos a una temprana edad. ¿Por qué? Esa no era la pregunta. La pregunta era ¿Por qué no? Se entrenó para ello y decidió dedicarle su vida. ¿Para ser bombero? No, para salvar vidas. Su idea trascendió de cualquier pensamiento mundano desde que salvó su primera persona a los 15 años, un incendio, algo cotidiano para cualquier otro bombero pero no, fue algo más para él. Fue la felicidad absoluta.
Lo recuerda muy bien, ahora siempre recuerda momentos como esos, flashbacks hermosos, casi un elixir de felicidad corriendo por su memoria. Su primera persona salvada, mujer blanca promedio de 26 a 28 años. ¿Las gracias? No, nada de eso, pero no importaba. Era feliz porque sabía que todas las cosas que esa mujer disfrutara desde ese momento serían gracias a que él la salvó. ¿Complejo de Dios, vacío que llenar, poca autoestima? No, ni idea de que son esas cosas para Mateo. Solo arriesgó su vida por algo que valió la pena, otra vida. ¿Religión? Ninguna, para Mateo solo debes creer en todo lo bueno que se puede hacer con las manos. Suficiente.
Carrera como bombero. Exitosa, puramente exitosa. Eso le llevo a ser leyenda entre sus compañeros. Incendios donde ha participado, 22. Incendios donde su participación fue resaltada, 22. Incendios donde ha sido considerado un héroe, 15. Personas rescatadas de la muerte, 98. Su número preferido desde su retiro de los bomberos, 98. A la mierda los números del 1 al 10 – Hay que pensar en grande-.
Mateo tenía ganas de más, quería ser parte de algo más grande, donde se involucren más personas que salvar. Donde se sienta activo, y sobretodo, aún más vivo.
¿Qué hizo? Cambiarse el uniforme rojo por el azul. Hora de ser policía. ¿Recomendaciones? No las tuvo que pedir. El hombre era leyenda. Cambió a la acción diaria.
Llegó con buen pie, aplaudido por todos los nuevos compañeros que tenía; pero también llegó con nuevas ideas, con ganas de cambiar las cosas. Estaba de racha, en el mejor momento de su vida y con la más grande inspiración del mundo. Otro error. A nadie le gusta los cambios, y mucho menos a sus nuevos jefes y su organización tan “ordenada”.
De bombero legendario a policía de a pie.
–No te enfurezcas, Mateo. Tienes que comenzar desde abajo, como todos. Solo serán un par de semanas hasta que te habitúes a la nueva rutina-.
Falso. Lo enterraron en un puesto de mierda por más de dos años y medio en el lugar más tranquilo del mundo. Personas salvadas, 4. Ancianas que ayudó a cruzar la calle. Al menos no fueron atropelladas.
¿Paciencia? Ya no queda. ¿Retirarse? Imposible. ¿Volver a los bomberos? Fue una leyenda, aún quedaba su orgullo pasado. ¿Trabajar por su cuenta? ¿Qué era? ¿Un héroe enmascarado?
Es un héroe olvidado.
Vida diaria. Levantarse, desayunar, patrullar, almorzar, patrullar, cenar, dormir.
¿Algo nuevo? No, hasta esa mañana. La que inició la derrota.
Un vecino se le acercó a quejarse, vio a un delincuente. Sin más detalles, solo vio a un tipo con apariencia desagradable, suficiente para nuestro policía. Luego el hombre aceleró rumbo a su trabajo. Mundo acelerado, gente acelerada.
Se propuso darle caza. Mateo tenía que hacerlo. Era hora de evitar un robo, un secuestro o  un posible asesinato de alguno de los burgueses que vivían en su zona. Tanto tiempo había pasado de sentir ese fuego interior. Esa hambre de lo que más deseas en el mundo.
Patrulló por todos los lados, buscando hasta en los lugares más inhóspitos de su jurisdicción hasta que lo vio. Un anciano. Un mendigo que había tenido la osadía de entrar al barrio más exclusivo que se podría alguien imaginar. Pero esto no lo detuvo, era parte de su trabajo cuidar la ilusión utópica que se respiraba en esa zona. Ese mendigo era el pecado entrando al paraíso, el humo entrando hasta los pulmones. El cáncer destruyendo un organismo. Una invasión a diestra y siniestra que se tenía que parar inmediatamente antes que lo destruya todo.
-Hombre deténgase.
Nada.
-No puede andar por esta zona, retírese. Vuelve a intentarlo.
Aun nada.
El hombre solo camina con un aperitivo en la mano. Sucio por donde se lo mire y sin hablar del atuendo que usa. Suficiente para causar un sangrado ocular a cualquier persona que asome la cabeza.
-¿Acaso es sordo? Si esto continua no me quedará más remedio que ponerlo bajo arresto.
Mateo no quería que le obedeciera, por fin algo de acción en tanto tiempo. Por fin un respiro de toda la mierda que recibía de sus jefes con su –Todas las demás zonas están cubiertas, lo hacemos por su bien- o –Ya ha salvado varias vidas ¿No le es suficiente?-. Nunca es suficiente, para Mateo nunca lo fue.
El vagabundo solo caminaba y llevaba el aperitivo a su boca pero ya era hora de leerle sus derechos.
Mateo se acercó y lo cogió del cuello por la espalda. Ninguna reacción, nada de nada. Era extraño, irreal. El hombre solo llevó su comida a la boca una vez más. Lo volteó y luego lo estrelló contra la pared más cercana, nada. Ninguna reacción de parte del desconocido.
Exasperación al límite. Mateo sacó el arma y le apuntó a la cabeza. Sentía la sangre explotar en su cabeza en cada palpitación y como la cordura se alejaba de él a grandes pasos.
-¡No se resista, no me está dejando otra alternativa!-.
Acción fingida como nunca antes se vio otra. El vagabundo sonrió.
-¿Por qué sonríes? ¿Te estas burlando de mi autoridad?
-¿Te crees con tanta autoridad?
Por fin una respuesta.
Cólera a tope. Ya no podía aguantar más mierda y mucho menos de un pordiosero atrevido. Perdió la cordura por pocos segundos, los suficientes como para cometer una atrocidad.
Disparó.
Impacto en toda la frente, un disparo limpio a quemarropa.
¿Muertos? Ninguno.
El vagabundo solo se rio, buscó en su frente abierta y saco la bala.
La escena: Un policía de pie totalmente atónito y un vagabundo en el suelo con la cabeza abierta.
Mateo pensó que se estaba volviendo loco. Como coño era esto posible.
La frente del vagabundo empezó a cerrarse como por acto de magia. El tipo se intentó poner de pie pero Mateo no lo permitió. Le puso su pie en el pecho y lo dejo firme en el suelo.
-¡Quédate donde estas!- La locura se notaba a grandes rasgos en sus rostro -¡¿Quién mierda eres?! Responde.
El viejo solo se llevó otra mordida a la boca.
-¡Responde viejo de mierda! ¡¿Quién eres?! ¡¿Cómo has hecho eso?!
-¿En serio quieres saberlo?
Mateo no respondió.
-Yo soy eterno. Yo soy Lázaro.
No le fue difícil recordar el pasaje bíblico. Sabía quién era Lázaro pero también sabía que eso no era posible. ¿Pero cómo no era posible? Le había visto sacarse una bala de la cabeza.
-No te creo, ¿Por quién me tomas? ¿Un imbécil?
-Ya te lo dije, ahora, si me dejaras ir…
-¡Te he dicho que no soy ningún imbécil!
-Dispara cuantas veces quieras, ¿Crees que me mataras?
La locura se olía en el ambiente. Mateo no espero que se lo pidan dos veces. 6 disparos en el pecho, todo un cartucho y nada. Solo una mueca de dolor pero no más.
-¿Crees que ya no lo he intentado antes? ¿Crees que no he probado mil y un formas de quitarme la vida?
Mateo seguía sin gesticular una palabra. Ya no sabía en que creer.
Los casquillos salieron de su pecho y las heridas se cerraron.
-¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puedes ser Lázaro?
-No hay peor ofensa a la muerte que despreciar su trabajo. Yo reviví pero desde ese momento la muerte ya no me quiere, no vendrá por mí hasta que todo ustedes mueran. He buscado la muerte una y otra vez. Disparos, caídas, venenos, guerras, horca, guillotina, de todo. Ya me resigné, estaré aquí con el viejo y la viuda hasta que el último ser humano muera.
Mateo no entendió nada, estaba en shock.
-¿Lo peor de todo esto? Soy el único de los eternos que de verdad probó la muerte. El único que sabe que es descansar. El único que estuvo en la gloria, no sabes lo que es saborear la paz verdadera hasta que mueres.
Mateo no sabía sobre la muerte pero si la gloria. La había probado, saboreado y vivido en sus días de bombero. Sabía que era sentirse feliz de verdad, había logrado lo que muchos no han conseguido ni conseguirán, el éxito personal, haber cumplido un sueño, el más importante.
Pero ya había pasado su momento y ahora no tenía nada, lo perdió todo. Fin.
No más melodrama. Solo quería descansar.
-¿Me juras que saborearé la gloria una vez más? ¿Me juras que todo lo que me has dicho es verdad?
Una sonrisa maliciosa.
-No hay mayor gloria.
Mateo lloró, solo quería eso. Volver a tocar la gloria. Recargó su arma y se la puso en la cabeza.
Sonrió al pensar que de joven buscaba la vida, preservarla, y ahora –Mírenme he sido reducido a esto, a buscar la muerte- Mateo no esperó más y se voló la cabeza.
Lázaro solo observó, su rostro reflejaba envidia pero ya no le molestaba tanto. Solo cabía esperar. El viejo se encargaría de eso. Él se lo prometió.
-Lázaro, yo sé que estás cansado de todo esto, tengo un plan. Mantente a la espera, y sobre todo pasa desapercibido.
Si, solo tenía que esperar.
-Uno menos, ya falta poco.
Lázaro se levantó y anduvo hacia un futuro incierto.


La nieve

Un día  antes que María Fernández desapareciera, Graham esperaba pacientemente frente al timbre que dieran las 5:00  en punto para poder tocarlo. Graham es parte de la minoría poblacional  que aprieta el dentífrico desde el extremo- nunca desde el medio, de los que bajan la tapa del inodoro después de orinar , de los que siguen la línea punteada del papel higiénico y consiguen doblarlo por ambas esquinas en un exacto ángulo de 45 grados después de cada uso. Ortodoxo hasta para cagar. No por menos sería elegido alcalde de Areón por tres veces seguidas, 15 años dedicados al pequeño pueblo con olor a mantequilla derretida.
Antes que pudiera encajar a perfección su mueca de sonrisa prototipo alcalde, la puerta fue abruptamente abierta.  – Graham, señor—digo señor alcalde, jejeje…- decía nerviosa la mujer de la puerta. – Desea pasar, tomarte, tomar.. te, algo?- siguió diciendo. – No gracias, es muy amable. …¿María está aquí?. – SI, si,si debe estar por bajar, mañana es un gran día, no? Su cumpleaños … que hermosa fecha para una niña, está cada día más hermosa, pensar que la ví gateando y ya es ahora TODA una señorita. - . Ya se había vuelto parte de su rutina tener conversaciones de este tipo , de referirse a María como TODA una señorita, responderles con un jeje- jé galante y asentir. Parte de este juego de trivialidades hacían al pueblo confiar en él, es cercano a todos, decían.  María bajó las escaleras corriendo , se despidió de la señora de la puerta, de la hija de la señora de la puerta y estampó en la mejilla un beso a Graham.
El camino a casa estaba cubierto de nieve y había algo en ella que a Graham lo ponía nervioso. Sentía como el frío reptaba por sus piernas, iba impregnando cada parte de su cuerpo, una brisa susurraba: “Un día como hoy murió Emily, la nieve se tiñó de rosado, ¿te acuerdas? Fue tu culpa”-
No solían hablar mucho entre ellos, con un qué tal y un bien, les bastaba, cada uno caminaba al lado del otro ensimismados en sus propios pensamientos. María, ya no era la pequeña niña que andaba hasta los 8 sólo en puntas de pies para estar más cerca  del cielo y no despertar a los muertos, cumpliría mañana 14 y estaba muy orgullosa de ello, era lo que llamaríamos: Un espíritu libre, toda su vida a sido -LA hija del alcalde-, etiquetada, empacada y vendida con ese nombre. Era tratada de manera distinta también por ese pequeñisimo tema de ser --¨huérfana¨-- de madre, dejó de importarle con el tiempo las miradas hipócritas de pena, es más, se volvió entretenido observarlas y como las personas evitaban pronunciar la letra M cuando conversaban con ella. Emily, se llamaba su madre y murió un día como hoy, hace 13 años.  
Entre esoterismos y cuentos de miedo que le relatan a los más niños, dicen los antiguos que el bosque que rodea Areón es custodiado por ánimas furiosas que no llegaron a cruzar el otro lado.  No es recomendable pasear sin haber sido bautizado. Aléjate del bosque. La casa de los Fernadez daba al bosque y era la más hermosa del pueblo. Emily solía llamarla la casita del miedo del pueblo de Areón, las personas evitaban hablarle, nunca dejó de ser la foránea. la mujer citadina de actitudes rebeldes, mal vista por no ser católica, mal vista por pasarse horas en el bosque, mal vista por ser demasiado hermosa, tener el cabello negro largo y los ojos grises.  Llegó a Areón del brazo de Graham con una panza enorme. A los pocos meses María nació y al mismo tiempo Graham con ayuda de su bien-posicionada familia y encantador discurso sería elegido alcalde.  Siendo el alcalde de Areón pasaba muy poco tiempo en la casa, era una casa muy grande para las dos, demasiado alta, demasiadas sombras. Emily no podía caminar mucho, y el doctor la había prescrito un encarcelamiento voluntario dentro de la casa.  El proceso de desintoxicación es complicado, ya venía nueve meses sin probar droga alguna, y Graham le había prohibido el consumo, Te amo, quiero lo mejor. Cuida a María, no queremos eso para Maria. Te Amo, ya vengo, te quiero limpia, te quiero blanca, hay cosas que arreglar en el despacho, regreso más tarde. NO REGRESABA, La soledad la fastidiaba, la tenían sin las llaves de la casa y el crío lloraba todo el día. La soledad, pensar que era la mujer más independiente que podía creerse y ahora no hacía más que sumirse  en depresión.. Fue ya tarde cuando Graham se dio cuenta que la mirada de su mujer amada yacía vacía.  Soledad, locura y depresión post-parto, suicidio. Al principio la palabra le causaba terror, luego obsesión, mientras Graham llevaba planificando en su despacho los preparativos navideños del pueblo y arreglar las averías del desagüe de Areón; Emily, fríamente planificaba su propia muerte, último recurso de recuperar su independencia y cordura.  Ese día Areón era cubierto por un fino blanco de nieve, el olor de mantequilla derretida llegaba hasta la casa y el telón se empezaba a abrir. Emily  acerco una silla al lavabo del baño, cerró la puerta con llave, dejó dos sobres sobre la tapa del baño, se sentó en la silla, giró la llave del grifo, ató a sus muñecas dos navajas en cada mano, ató sus manos al grifo, frotó y dejó la sangre escapar de su cuerpo, fluir por el drenaje.  En la inmaculada blanca nieve de Areón iba asomándose pequeños puntos rojos, la nieve, rosada.
El día que María Fernandez desapareció, Graham contemplaba desde la ventana el sol naciente, radiante y la nieve simplemente blanca, algo en el aire hacía a Graham poder respirar tranquilo, el clima anteponía buen augurio, celebraría el cumpleaños de María y seguiría viviendo, como lo seguía haciendo, viviendo sin darse cuenta. Todo seguiría su ritmo, vivir con fantasmas pareciera absurdo. En el cuarto contiguo María se aferraba a un sobre con su nombre y ahogaba su llanto en una almohada.
Eran las siete de la noche, toda la sala estaba completamente a oscuras, una pequeña luz era la protagonista y María estaba decidida a pedir un deseo. Graham estaba apuntando el teleobjetivo con la cámara, pendiente del momento en que María se acercaría a la torta y soplaría las velas de su catorce cumpleaños. María se acercó a la vela y se quedó mirándola un buen rato, pensando en que pedir. Levantó la mirada y vio a su padre observándola, horrorizado. Graham vio como a la luz de las velas el rostro de María se transfiguraba al de Emily, como Emily se burlaba de él. Graham salió de la casa a respirar y tranquilizarse un poco. Caminó poco más de media hora rodeando el bosque y a llegar a casa María había desaparecido.
-              Al poco rato de prender las luces, ya no estaba ahí. ...--No se angustie señor alcalde, debe volver en cualquier momento…--
Pasaron las horas y María no aparecía , todo Areón salió en busca de ella. Buscaron cada rincón conocido hasta que la mañana los sorprendió. Graham escuchaba como en susurros la risa de Emily. 
Al regresar  a casa  Graham encontró regado por todos lados los restos del cumpleaños ,los vasos tirados , la torta sin haber sido probada, regalos que nunca llegaron a ser abiertos , pequeños trozos de una tragedia. Graham fue al cuarto de María lloró  desconsoladamente a los pies de la cama, abrazó su osito de peluche, se hecho en la cama para recordar su aroma. Fue entonces que encontró sobre ella la carta de Emily para María..

-Sentada al borde de mi lecho recorro la longitud de mi alma, y la encuentro tan absurda , tan sola, siempre el mismo hueco..soledad, nieve, lluvia, soy más triste que las gotas, perdóname, tú , pequeña bella criatura , me cogiste muy de prisa, perdóname y por más que quise retenerte conmigo , ya te fuiste. No te preguntes como soy yo , negra , blanca , no importa con que vestido me disfrace , siempre soñaré contigo , meciendo tu camita , esperando que te quedes dormida, contemplando , en el hondo de tus ojos , yo estaré ahí.

Nunca Areón había tenido tanta prensa en el pueblo, un asesinato había atraído a los medios.- El alcalde del pueblo raptó a su propia hija  y la asesino progresivamente con un arma blanca. El cuarto en el que fue encontrado el cuerpo del delito tenía escrito en todas las paredes ¨Emily’’ con la sangre de la víctima.  El acusado no quiso dar declaraciones solo atinó a decir: Es culpa de la nieve rosa. 






22 sept 2014

6:32

Escribir, escribir, escribir, con la espera confiada de lograr atrapar en una frase, en una palabra una señal de eso que realmente pueda hacer que todo lo demás que hago valga la pena, o mejor, que le dé realmente sentido a la vida, otro sentido. 

18 sept 2014

Tuve un sueño

Recuerdo que por alguna extraña razón estaba en una especie de base militar submarina. De esas clásicas que todo el mundo conoce; las que uno se imagina cuando le dicen “Base militar submarina”.
Estaba parado en el inicio de un pasillo con una puerta exageradamente grande a mis espaldas y envuelto en una atmósfera derrotista. Todo era lúgubre: poca iluminación amarillenta, muros lánguidamente exagerados y de un material metálico corroído por el tiempo y el mar, aroma a sangre y, como broche de oro, el eco de un goteo constante y enloquecedor.
Creo que es importante mencionar que todo el lugar estaba lleno de agua salada hasta mis rodillas.
Recuerdo que empecé a caminar con pesadez y el camino sea veía ficticiamente interminable, esto trajo a mi mente las caricaturas de Hanna-Barbera y la pisca de nostalgia que le faltaba a todo el ambiente. Después de caminar por un rato atemporal, me topé con una puerta colosal que curiosamente se abrió con facilidad. Andaba medianamente sorprendido por la ligereza de la puerta hasta que vi lo que ésta escondía en una gigantesca habitación circular: frente a mí, encadenado y conectado a unas máquinas que daban la sensación de mantenerlo agonizante, estaba Jesucristo crucificado. Lo que vi es complicado y un poco fuerte. Era un Jesús crucificado muy parecido al de las imágenes de hoy en día pero sin heridas y con cadenas que rodeaban su cuerpo como aprisionándolo, también tenía unos tubos que lo conectaban a unas máquinas gigantescas que lucían sofisticadas en comparación con el resto del lugar. No me sentí impactado como uno piensa que se sentiría en un momento así, me sentí... triste.
Él alzó la cabeza y me miró fijamente, con duro esfuerzo le mantuve la mirada y antes que yo diga algo, él empezó su explicación. No puedo decir exactamente lo que dijo pero haré lo mejor que pueda para ser lo más verdadero posible: "Si la humanidad está como está, realmente jodida, es porque jamás se le perdonó nada." Él vino como enviado de Dios para salvarnos del pecado con su muerte pero a algunas personas poderosas no les convenía que desaparezca el pecado de la Tierra y, por ende, no lo dejaron morir. Esto quiere decir que todo conflicto  con la religión como motor (y me refiero a todo significado que puede llegar a encerrar la palabra “conflicto”) pudo ser evitado ya que tendríamos la certeza de la existencia de algo más grande que nosotros o quizás ni siquiera tendríamos la necesidad de evitar un conflicto ya que estaríamos libres de pecado; por lo tanto, todo estaría bien.
En ese momento no entendía nada, nunca dije nada, solo empezó a hablar pausada y solemnemente. Le doy vueltas en mi cabeza una y otra vez a esta posibilidad que me plantea y eso me está volviendo loco.
Cuando terminó de hablar, el silencio se apoderó de la sala. Pensé en decir algo pero el continuó con un “Te responderé la pregunta que quieras”. Me quedé helado, paralizado, atónito y mientras una serie de incógnitas venían a mi mente otra cantidad de miedos se apoderaron de mi cuerpo. Es entendible ¿No? Estar en una situación así no es nada fácil, si es que se puede categorizar una situación así en lo que entendemos como fácil o difícil.
No sé cuánto me demoré, pero cuando empezaba a darle forma a algunas idea el empezó a sangrar. Jesús sangró mucho, muchísimo, tanto que el agua que me llegaba hasta las rodillas se tornó sanguinolenta. No supe reaccionar. El miedo se volvió desesperación y esta, a su vez, se volvió impotencia, una impotencia que empezó a crecer como ira, la cual generó en mí un sentimiento de muerte, sentimiento que quería escapar de mi cuerpo hecho un alarido y cuando empezaba a sollozar por el pánico que todo esto me producía, desperté.

12 sept 2014

Hormigas

¡Que absurdo el comportamiento de las hormigas de la cocina!



Cuando no dejo migajas de pan, se alimentan de un puñado de alimañas que viven debajo del tapete de la puerta de entrada. O de las lagartijas sin piernas que viven en la ducha en busca de frescor. Reptan con sigilo ,muy pegadas al suelo, hacia los orificios entre las paredes, porque saben que pueden terminar siendo la cena del Fenix que dormita en el ropero. O se arriesgan a ser presas fáciles de los cernícalos que conchudamente han hecho un nido en la repisa superior de librero, mientras can cerbero sueña inquietamente a pies de mi cama y una manada de cebras pastan apaciblemente en la jardinera, ignorantes todos del acecho del hombre salvaje, al que yo devoro ocasionalmente en la habitación, cuando tengo muchos antojos de carne.

3 sept 2014

Carmín

El fluido carmín se escurría entre mis dedos, luego seguía su recorrido por mis palmas, para finalmente terminar goteando sobre su cuerpo inerte. Ella estaba desnuda y con una expresión de horror. La habitación estaba casi a oscuras, solo podía diferenciar colores y algunas siluetas gracias a un par de velas que se encontraban sobre una cómoda detrás de su cadáver. Tome el arma homicida y la escondí debajo de mi almohada, tiñéndola de las tonalidades rojas de su sangre. Estaba alterado, siempre la ame. Tres puñaladas fueron suficientes para arrancar la vida de sus ojos color miel. La primera estocada fue a la altura del estómago, quise que sienta el mismo vacío que tantas veces me hizo sentir cerca del ombligo, y de paso matar las mariposas que ahí reposan. La segunda vez fue en el corazón, si es que tiene uno, una explosión de salsa de tomate me salpico mientras la navaja retozaba en su pecho. Termine mi obra de arte contemporáneo con un corte transversal a su tráquea, quería que deje de gritar… que deje de mentirme.
No me arrepiento; le dije lo que sentía y me aborreció, era mi turno de aborrecerla también. Me gustaba observarla. Así es como yace muerta sobre un sinfín de preguntas que, perturbado, me hago a mí mismo.
La habitación se ha vuelto un abismo, un foso del averno, aberrante y maltrecho. Me encantaba observarla. Dejé de comer, dejé de dormir, renuncie voluntariamente a la cordura. Comencé a conversar con el filo del arma blanca hace unos días; me pedía a gritos que me corte la cabeza, la cual perdí cuando aparecieron las primeras moscas. Necesito observarla. En algún punto de mi enamoramiento todo empezó a ir tan rápido como un automóvil deportivo color sangre. Nos envuelve una luz carmín, nos envuelve la podredumbre de ambos cuerpos.