24 sept 2014

La nieve

Un día  antes que María Fernández desapareciera, Graham esperaba pacientemente frente al timbre que dieran las 5:00  en punto para poder tocarlo. Graham es parte de la minoría poblacional  que aprieta el dentífrico desde el extremo- nunca desde el medio, de los que bajan la tapa del inodoro después de orinar , de los que siguen la línea punteada del papel higiénico y consiguen doblarlo por ambas esquinas en un exacto ángulo de 45 grados después de cada uso. Ortodoxo hasta para cagar. No por menos sería elegido alcalde de Areón por tres veces seguidas, 15 años dedicados al pequeño pueblo con olor a mantequilla derretida.
Antes que pudiera encajar a perfección su mueca de sonrisa prototipo alcalde, la puerta fue abruptamente abierta.  – Graham, señor—digo señor alcalde, jejeje…- decía nerviosa la mujer de la puerta. – Desea pasar, tomarte, tomar.. te, algo?- siguió diciendo. – No gracias, es muy amable. …¿María está aquí?. – SI, si,si debe estar por bajar, mañana es un gran día, no? Su cumpleaños … que hermosa fecha para una niña, está cada día más hermosa, pensar que la ví gateando y ya es ahora TODA una señorita. - . Ya se había vuelto parte de su rutina tener conversaciones de este tipo , de referirse a María como TODA una señorita, responderles con un jeje- jé galante y asentir. Parte de este juego de trivialidades hacían al pueblo confiar en él, es cercano a todos, decían.  María bajó las escaleras corriendo , se despidió de la señora de la puerta, de la hija de la señora de la puerta y estampó en la mejilla un beso a Graham.
El camino a casa estaba cubierto de nieve y había algo en ella que a Graham lo ponía nervioso. Sentía como el frío reptaba por sus piernas, iba impregnando cada parte de su cuerpo, una brisa susurraba: “Un día como hoy murió Emily, la nieve se tiñó de rosado, ¿te acuerdas? Fue tu culpa”-
No solían hablar mucho entre ellos, con un qué tal y un bien, les bastaba, cada uno caminaba al lado del otro ensimismados en sus propios pensamientos. María, ya no era la pequeña niña que andaba hasta los 8 sólo en puntas de pies para estar más cerca  del cielo y no despertar a los muertos, cumpliría mañana 14 y estaba muy orgullosa de ello, era lo que llamaríamos: Un espíritu libre, toda su vida a sido -LA hija del alcalde-, etiquetada, empacada y vendida con ese nombre. Era tratada de manera distinta también por ese pequeñisimo tema de ser --¨huérfana¨-- de madre, dejó de importarle con el tiempo las miradas hipócritas de pena, es más, se volvió entretenido observarlas y como las personas evitaban pronunciar la letra M cuando conversaban con ella. Emily, se llamaba su madre y murió un día como hoy, hace 13 años.  
Entre esoterismos y cuentos de miedo que le relatan a los más niños, dicen los antiguos que el bosque que rodea Areón es custodiado por ánimas furiosas que no llegaron a cruzar el otro lado.  No es recomendable pasear sin haber sido bautizado. Aléjate del bosque. La casa de los Fernadez daba al bosque y era la más hermosa del pueblo. Emily solía llamarla la casita del miedo del pueblo de Areón, las personas evitaban hablarle, nunca dejó de ser la foránea. la mujer citadina de actitudes rebeldes, mal vista por no ser católica, mal vista por pasarse horas en el bosque, mal vista por ser demasiado hermosa, tener el cabello negro largo y los ojos grises.  Llegó a Areón del brazo de Graham con una panza enorme. A los pocos meses María nació y al mismo tiempo Graham con ayuda de su bien-posicionada familia y encantador discurso sería elegido alcalde.  Siendo el alcalde de Areón pasaba muy poco tiempo en la casa, era una casa muy grande para las dos, demasiado alta, demasiadas sombras. Emily no podía caminar mucho, y el doctor la había prescrito un encarcelamiento voluntario dentro de la casa.  El proceso de desintoxicación es complicado, ya venía nueve meses sin probar droga alguna, y Graham le había prohibido el consumo, Te amo, quiero lo mejor. Cuida a María, no queremos eso para Maria. Te Amo, ya vengo, te quiero limpia, te quiero blanca, hay cosas que arreglar en el despacho, regreso más tarde. NO REGRESABA, La soledad la fastidiaba, la tenían sin las llaves de la casa y el crío lloraba todo el día. La soledad, pensar que era la mujer más independiente que podía creerse y ahora no hacía más que sumirse  en depresión.. Fue ya tarde cuando Graham se dio cuenta que la mirada de su mujer amada yacía vacía.  Soledad, locura y depresión post-parto, suicidio. Al principio la palabra le causaba terror, luego obsesión, mientras Graham llevaba planificando en su despacho los preparativos navideños del pueblo y arreglar las averías del desagüe de Areón; Emily, fríamente planificaba su propia muerte, último recurso de recuperar su independencia y cordura.  Ese día Areón era cubierto por un fino blanco de nieve, el olor de mantequilla derretida llegaba hasta la casa y el telón se empezaba a abrir. Emily  acerco una silla al lavabo del baño, cerró la puerta con llave, dejó dos sobres sobre la tapa del baño, se sentó en la silla, giró la llave del grifo, ató a sus muñecas dos navajas en cada mano, ató sus manos al grifo, frotó y dejó la sangre escapar de su cuerpo, fluir por el drenaje.  En la inmaculada blanca nieve de Areón iba asomándose pequeños puntos rojos, la nieve, rosada.
El día que María Fernandez desapareció, Graham contemplaba desde la ventana el sol naciente, radiante y la nieve simplemente blanca, algo en el aire hacía a Graham poder respirar tranquilo, el clima anteponía buen augurio, celebraría el cumpleaños de María y seguiría viviendo, como lo seguía haciendo, viviendo sin darse cuenta. Todo seguiría su ritmo, vivir con fantasmas pareciera absurdo. En el cuarto contiguo María se aferraba a un sobre con su nombre y ahogaba su llanto en una almohada.
Eran las siete de la noche, toda la sala estaba completamente a oscuras, una pequeña luz era la protagonista y María estaba decidida a pedir un deseo. Graham estaba apuntando el teleobjetivo con la cámara, pendiente del momento en que María se acercaría a la torta y soplaría las velas de su catorce cumpleaños. María se acercó a la vela y se quedó mirándola un buen rato, pensando en que pedir. Levantó la mirada y vio a su padre observándola, horrorizado. Graham vio como a la luz de las velas el rostro de María se transfiguraba al de Emily, como Emily se burlaba de él. Graham salió de la casa a respirar y tranquilizarse un poco. Caminó poco más de media hora rodeando el bosque y a llegar a casa María había desaparecido.
-              Al poco rato de prender las luces, ya no estaba ahí. ...--No se angustie señor alcalde, debe volver en cualquier momento…--
Pasaron las horas y María no aparecía , todo Areón salió en busca de ella. Buscaron cada rincón conocido hasta que la mañana los sorprendió. Graham escuchaba como en susurros la risa de Emily. 
Al regresar  a casa  Graham encontró regado por todos lados los restos del cumpleaños ,los vasos tirados , la torta sin haber sido probada, regalos que nunca llegaron a ser abiertos , pequeños trozos de una tragedia. Graham fue al cuarto de María lloró  desconsoladamente a los pies de la cama, abrazó su osito de peluche, se hecho en la cama para recordar su aroma. Fue entonces que encontró sobre ella la carta de Emily para María..

-Sentada al borde de mi lecho recorro la longitud de mi alma, y la encuentro tan absurda , tan sola, siempre el mismo hueco..soledad, nieve, lluvia, soy más triste que las gotas, perdóname, tú , pequeña bella criatura , me cogiste muy de prisa, perdóname y por más que quise retenerte conmigo , ya te fuiste. No te preguntes como soy yo , negra , blanca , no importa con que vestido me disfrace , siempre soñaré contigo , meciendo tu camita , esperando que te quedes dormida, contemplando , en el hondo de tus ojos , yo estaré ahí.

Nunca Areón había tenido tanta prensa en el pueblo, un asesinato había atraído a los medios.- El alcalde del pueblo raptó a su propia hija  y la asesino progresivamente con un arma blanca. El cuarto en el que fue encontrado el cuerpo del delito tenía escrito en todas las paredes ¨Emily’’ con la sangre de la víctima.  El acusado no quiso dar declaraciones solo atinó a decir: Es culpa de la nieve rosa. 






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