19 mar 2015

La nada es luz



Todo es luz, despierto en algún lugar que no conozco… en ningún lugar. La verdad no tengo como saber en dónde me encuentro pues no puedo ver más que el vacío, blanco segador, sin embargo no estoy muerto. Puedo sentir mi cuerpo, mis manos frías y mis pies algo tibios aún.

Algo me perturba y no son las dudas que me asaltan en estas circunstancias. ¡Voltea! – Grita desesperada mi alma. ¿Será que existe el alma?

Lo que veo al girar mi cabeza me volverá loco. No es una luz al final del camino, es el final del camino y su esencia oscura. Un resplandor negro, el agujero aciago de mi historia, es como una muerte en alto contraste. Ahí está. Lo observo y me observa. Me llama y acudo a él como mi única esperanza, mi perdición.

Las palabras de mi madre suenan tan bien. Su calor. Lloro desconsoladamente mientras un ser gigante y antropomorfo me levanta en brazos, todos me observan.

- ¡Es un varón, felicidades! - Exclama este ser extraño con una sonrisa.

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